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DESMITIFICANDO LA APROPIACIÓN CULTURAL: UN ANÁLISIS ARGUMENTATIVO

  • Foto del escritor: Ela Casati
    Ela Casati
  • 2 dic 2024
  • 4 Min. de lectura

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La cantante estadounidense Gwen Stefani ha sido acusada de apropiación cultural varias veces a lo largo de su carrera, a lo cual ha respondido que ella no se "apropia" de otras culturas, sino que las aprecia. Esta fotografía de la artista fue tomada en 2004 y está acompañada por sus bailarinas de aquel entonces, las Harajuku Girls. Imagen: James Devaney para WireImage.


¿Hasta qué punto es válido usar la estética de culturas distintas a la propia como inspiración creativa? ¿Cuál es la diferencia entre apropiación, admiración y apreciación? Incluso, ¿se puede afirmar, como algunos hacen, que la apropiación cultural no existe?


El asunto de la apropiación cultural ha estado presente en la moda por un largo tiempo. En los últimos días, el tema ha vuelto a salir a colación en la industria latinoamericana debido a un incidente ocurrido en Perú, en el marco de una charla sobre sostenibilidad e impacto ambiental. En dicho evento, se realizaron afirmaciones con gran repercusión en redes sobre el intercambio de conocimientos en moda y textiles entre personas de las grandes ciudades y comunidades indígenas. Más allá de la idoneidad, circunstancias y cualidades personales de los participantes de esta polémica, es importante analizar los argumentos expuestos de manera crítica y sus consecuencias sociales económicas y culturales.


“EL PATRIMONIO CULTURAL ES GRATUITO Y NO SE DEBE COBRAR POR ÉL” – FALSO


Una de las razones por las que la charla anteriormente mencionada ha despertado tanta polémica es porque en ella se afirmó que no es justo que pueblos indígenas cobren hoy por compartir sus conocimientos y expresiones culturales. Como premisa, se afirmó que todo patrimonio cultural de la humanidad es de uso y acceso libre para todos.


Tal afirmación es categóricamente incorrecta, puesto que, según los acuerdos pactados por la Convención de la UNESCO de 2003, toda comunidad o pueblo que posea estas expresiones tiene derecho a recibir reconocimiento económico por las mismas dentro del marco del desarrollo sostenible, al reconocimiento y visibilidad, a una participación activa en los proyectos relacionados con su riqueza cultural, y a proteger a la misma de uso, explotación o apropiación indebidas.


“EL PRECIO QUE PIDEN ES EXAGERADO” – FALSO


También se dijo que los precios que las comunidades piden por acceder a su conocimiento y técnicas eran excesivos. Un profesional calificado puede cobrar lo que considere justo por su tiempo y habilidades, y los grupos con conocimientos ancestrales pueden hacer lo mismo. En la economía del libre mercado, todos tenemos el derecho de poner el precio que consideremos adecuado por nuestros productos y servicios. Un trato comercial que no se lleva a cabo por desacuerdo entre las partes no es un acto de “injusticia” ni de “ponerse difícil”, es una ocurrencia normal y cotidiana en el mundo empresarial.



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Chanel fue blanco de fuertes críticas cuando incluyó vestidos con estampados de versos del Corán en su colección verano de 1994. Karl Lagerfeld se disculpó diciendo que pensaba que se trataba de poemas de amor en hindi, pidió perdón por su error y la maison retiró los vestidos de la colección.


“SI SOMOS DEL MISMO PAÍS, TENEMOS LA MISMA CULTURA” – FALSO


Otro argumento en la controversial charla fue el de que ser ciudadanos del mismo país implica que se tiene la misma cultura y que, por lo tanto, todo conocimiento que haga parte de la misma debería compartirse de forma libre y gratuita. Hay en esta afirmación una confusión entre los términos “cultura” y “nacionalidad”, que no son ni sinónimos ni intercambiables. Varios grupos pueden estar cobijados bajo la misma nacionalidad y, al mismo tiempo, ser parte de culturas distintas. Esto es particularmente cierto en Latinoamérica, que es una de las regiones más pluriétnicas y multiculturales del planeta.


“SIN LOS DISEÑADORES DE MODA RECONOCIDOS, ESAS COMUNIDADES NO TENDRÍAN NINGUNA DIFUSIÓN NI COMERCIALIZACIÓN” – PARCIALMENTE FALSO


Así mismo, se llegó a asegurar que las comunidades que no quisieran compartir gratuitamente sus saberes estarían desperdiciando la oportunidad de darse a conocer de la mano de creadores más famosos que ellos. Aunque sea en parte cierto lo anterior, no siempre los diseños y técnicas de grupos culturales minoritarios son reconocidos como suyos cuando son usados como inspiración, o directamente copiados. Hay casos en los que, incluso cuando se les dan los créditos correspondientes, es muy común que no reciban la retribución económica justa por su contribución. ¿Vale la pena trabajar gratis a cambio de “exposición” cuando esta no se traduce en oportunidades, reconocimiento y remuneración reales?



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La diseñadora española Stella Rittwagen se vio envuelta en una controversia en 2014 cuando comercializó bolsos típicos de la cultura wayúu del norte de Colombia como diseños propios, sin dar el crédito correspondiente a las tribus creadoras de los bolsos.


“LA APROPIACIÓN CULTURAL NO EXISTE” – PARCIALMENTE VERDADERO


Para finalizar, en la charla se aseguró que, si todos los humanos tenemos los mismos ancestros en común, entonces todos tendríamos que compartir conocimientos libremente, pues todos somos de la misma “familia”. En ese orden de ideas, toda cultura es universal, y por lo tanto la apropiación cultural no existe.


En un contexto legal, no se ha tipificado la apropiación cultural como un delito per se, como sí lo son actos relacionados con ella como el plagio, la falsificación de obras creativas o el robo de propiedad intelectual. La apropiación cultural no existe como un crimen, sino como un problema ético y moral. Puede ser irrespetuoso, injusto y reprochable el uso de elementos culturales sin un tratamiento adecuado, y la decisión al respecto depende del contexto y de los actores involucrados. Pero, al menos al día de hoy, no es un delito.


Con seguridad, esta clase de incidentes volverán a ocurrir en la industria de la moda y el debate continuará. Y, como en las demás industrias, es decisión de cada consumidor cuáles iniciativas merecen su apoyo, su atención y su dinero.

 
 
 

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